viernes, 11 de febrero de 2022

 

Hace treinta años ocurrió uno de los hechos más fatídicos en la historia latinoamericana, el Coronel, Hugo Chávez Frías, realizo un golpe de estado fallido contra el gobierno legítimo del Sr. Carlos Andrés Pérez. Recordemos Venezuela en esa época vivía épocas difíciles debido a los altos precios de la gasolina y los bienes básicos esto genero un gran descontento dentro de la población y lamentablemente la institución más respetada en Venezuela, las FF.MM. se vieron involucradas en esa insatisfacción, dicen los entendidos que la molestias dentro las FF.MM. en Venezuela contra el gobierno del Sr. Carlos Andrés Pérez era grande, un hecho que aprovecho el Sr. Chávez y un grupo numeroso de oficiales para llevar este intento fallido de golpe de estado. Recordemos, también Venezuela, fue el país más rico y próspero de la región contrario a lo expresado por el chavismo como una letanía, la IV República, con sus aciertos y errores llevo progreso al vecino país. Los índices de analfabetismo, cubrimiento de necesidad básicas insatisfechas inclusive de mejoramiento de libertades individuales mejoraron mucho en Venezuela durante la IV República tanto que frente a Colombia, en ese momento, Venezuela estaba más avanzado en algunos aspectos frente a nosotros, no en vano era tal el nivel de riqueza y prosperidad en Venezuela que millones de colombianos emigraron a ese país y la mayoría lograron cumplir muchos de sus proyectos de vida. Venezuela, era una nación prospera y feliz hasta la llegada de Chávez. Me parece curioso, es la misma historia de Argentina con Perón, que empezó a decaer y ser una nación como cualquier otra y no la potencia regional que alguna vez llego a rivalizar con los Estados Unidos. Argentina, Venezuela y otras naciones latinoamericanas son ejemplos de cómo el populismo pueden literalmente acabar países enteros.

El principal problema del fallido golpe de estado en Venezuela fue no tanto una penosa acción contra la democracia sino la forma equivocada como los venezolanos comenzaron a ver a Chávez como un salvador de la patria y casi un enviado de Dios. Los titulares de medios de comunicación, como El Nacional de Caracas eran delirantes y mostraban a Chávez como un salvador de la patria, repetimos. Todos los estamentos de la sociedad venezolana, incluyendo sus elites y la clase media cayeron en la trampa de apoyar a Chávez. Se generó, en el vecino país un estado de histeria colectiva favorable a Chávez como si esa persona fuera la solución a todos los problemas de Venezuela. Ese estado de histeria colectiva llevo a Chávez posteriormente a la presidencia y comenzó luego el “drama venezolano” que fue tolerado debido a ese momento a los muy altos precios del petróleo. Venezuela, con precios de más de US $ 100 el barril de petróleo, no utilizo esos fondos para llevar el progreso a la nación sino para financiar a medio mundo; es decir, a grupos políticos en Latinoamérica y Europa además a financiar proyectos faraónicos que hoy no sirvieron para nada. La estupidez de los venezolanos fue desaprovechar los altos precios del petróleo en su gente, para ser la nación más desarrollada de América Latina sino a financiar a cuanto grupo de izquierda se le atravesara en casi todo el mundo. Muchos en el mundo disfrutaron de la bonanza petrolera venezolana y le sacaron el mayor jugo menos los que más debían disfrutarla, los mismos venezolanos. ¿Qué quedo de financiar a medio mundo político de izquierda en el mundo? En nada, hoy Venezuela es el ejemplo del despilfarro, ineficiencia y alta burocracia que ninguna mente sensata quiere repetir. Venezuela hoy es ejemplo de corrupción, inoperancia, de un país que destruyo su industria petrolera. Hoy, la industria petrolera no existe razón para el colapso, solo una razón política, la enorme estupidez del gobierno Maduro que llevo al colapso a la industria petrolera. El socialismo de nuevo ha mostrado su fracaso y está vez en grande, en el país con las mayores reservas del petróleo del mundo. Si el socialismo, fracaso en Venezuela, no tengan duda fracasarían en cualquier lugar, incluyendo Colombia.

Tengo fe en la sensatez del pueblo colombiano a propósito que tenemos elecciones legislativas y presidenciales este año. El peligro del socialismo y repetir el “drama venezolano” es real con el Sr. Gustavo Petro y sus secuaces. La diferencia, y lo dijimos frente a Venezuela es que este país cayó en un estado de histeria colectiva en beneficio de Chávez. La diferencia con Chávez, es que este líder colombiano tiene gran arraigo popular pero por la sensatez de muchos en Colombia no tiene el apoyo de la clase media y las elites, pienso que mientras mayoritariamente no tenga el apoyo de la clase media y las elites, difícilmente Petro será presidente. Colombia es un país creyente en Dios en su gran mayoría y no apoyaría a una persona peligrosa como Petro, recuerden que demostró un desprecio por la vida humana en medio de la pandemia cuando en medio de las protestas y con una pandemia que estaba enfermando y matando gente, quebrando negocios y dejando gente en el desempleo no tuvo ningún reparo en invitarlos a marchar con el riesgo de enfermarse o morir. A partir de ese hecho, me di cuenta que las cualidades éticas, si es que las tiene son bastantes cuestionables. Colombia, debe elegir bien y no debe apoyar a una persona como Petro que repito tienen cualidades éticas y morales bastante cuestionables que quería postrar a nuestro país quizás en uno de los momentos más difíciles en la historia. Petro, es un ser con ansias de poder, con mucha hambre de poder y con una egolatría de miedo. Elegir a Petro probablemente, al igual que Venezuela podría ser la catástrofe de Colombia y un completo salto al vacío.

Estoy tranquilo, creo Petro no será presidente de Colombia porque quedan gente sensata en Colombia y que una amplia mayoría no apoyamos el socialismo ni mucho menos sistemas totalitarios. Una vez leí que en Venezuela, en medio de su triste debacle, le preguntaron a una mujer pobre venezolana porque se aguantaban ese estado de carestía, de falta de los medios básicos y la señora dijo, “porque los ricos están sufriendo lo mismo”. Qué triste, confió en Colombia, nosotros no seamos tan ruines, al final los colombianos en medio de las dificultades tratan de salir adelante con su esfuerzo y no aguardan en su corazón esos rencores, esos odios. Basta con tener un espejo tan claro como el venezolano para no repetir los mismos errores. Colombia a pesar de sus problemas tiene cosas muy buenas, tratamos de ser un proyecto de país viable, con todos sus problemas, pero intentamos ser un buen proyecto de país para todos sus habitantes.

Sea quien sea el presidente debe garantizar dos cosas fundamentales, la democracia liberal y el capitalismo. La democracia liberal aunque no sea un sistema perfecto es el mejor de todos y el capitalismo, que genera riqueza, por supuesto se puede transformar en algo mejor pero no se acaba. Colombia, requiere darle continuidad a fomentar el emprendimiento, a tener acceso a avances tecnológicos, propiciar la innovación e incentivar la inversión extranjera. Abrir más empresas y negocios para que haya mejores empleos. Estos buenos aspectos en lo económico, lo garantiza el capitalismo jamás el socialismo. Si queremos una clase media saludable, prospera, amplia y ensanchada, no debemos apoyar el socialismo y reafirmar el capitalismo y la democracia liberal. Hoy, el drama venezolano, es la casi extinción de su clase media, solo quedan los funcionarios públicos del gobierno y su elite es la clase gobernante de Venezuela. Hoy, el 96% de los venezolanos es pobre. No, queremos eso para Colombia y se lo digo abiertamente, si no quiere repetir el “drama venezolano” sencillamente no vote por Petro, con algunas diferencias son la izquierda colombiana y la venezolana lo mismo. La misma izquierda incivilizada, antiderechos y antilibertades es la misma en Colombia que llevo al desastre a Venezuela, ¡no lo dude!. Lo reafirmo, todo por culpa del mal ejemplo de la “isla parasita” de Cuba que no acepta que su modelo fracasado no funciona y prefiere llevar a la ruina a otras naciones como Venezuela. No, quiero eso para mi país, usted tampoco, ¡estoy seguro!.

Alvaro Támara Higuera

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