viernes, 17 de abril de 2020

Hace 75 años, fue ejecutado por su propio pueblo, el dictador italiano, Benito Mussolini al lado de su amada, Clareta Petacci; es una versión trágica que así como el pueblo otorga, el pueblo quita. Fue un hombre muy poderoso, que gozo de amplio respaldo dentro de la sociedad italiana, movía masas, o mejor, las alienaba y decía que representaba la esencia del pueblo italiano. Su pretensión, era ser la imagen en vida del pueblo italiano producto de las guerra estaba en un nivel de postración tal, que como dicen, las abuelas, cuando se está en la penuria, a cualquier santo se le reza. La llegada de dictadores no solo en Alemania con Hitler, o más recientemente en Rumania, con Ceausescu que murió a finales de los ochenta en similares circunstancias no habrían llegado al poder o tenido tanto poder, si sus pueblos no habrían en un estado tal de postración porque el populismo se alimenta de la desesperanza, de la carestía; no en vano, está demostrado, las democracias, se fortalecen en periodos de paz y prosperidad en cambio la pobreza es el caldo de cultivo para los populistas y los demagogos. Todos, los dictadores, que llegan al poder mediante las urnas, se aprovecharon de un momento de desesperación de sus pueblos, de un total estado de postración. Ellos, se presentan, como la única esperanza y ellos saben efectivamente del desespero de ese pueblo inerme y por supuesto, se aprovechan de eso. Todo, eso termina, no solo con la destrucción del dictador, cuando el pueblo descubre que ha sido taimado y se da cuenta, del enorme fraude que era, el presunto mesías.

El poder, en esencia, es el poder de persuadir y esto es sin excepción, hasta en las democracias, inclusive en las más estables. En nuestro país, el presidente es Duque, no solo porque gano, la elección presidencial, sino porque sencillamente o aparentemente logro convencer a más de diez millones de ciudadanos. Petro, es la principal figura, de la oposición, porque en algún momento, logro convencer a más de ocho millones de ciudadanos para esos millones, Duque o Petro, era en ese momento la opción más adecuada y repito no nos sorprendamos pasa en las democracias, inclusive en la más sólidas. En todo caso, el populismo o la demagogia, se alimenta de las carencias, de la pobreza, y son muchos los casos, donde estos siniestros personajes, logran sus peligrosos fines, pero el desenlace, es prácticamente el mismo, así como el pueblo otorga, el pueblo quita, inclusive en algunos casos, en su visión más trágica y por eso fue el final de Mussolini, un final trágico, pero clásico, para cualquier dictador. Paso, con Leónidas Trujillo, en República Dominicana, la historia no es menos benévola, los recuerda, como un dictador despiadado y las hermanas Mirabal, como las héroes contra la dictadura. Un recuerdo, para cualquier dictador, y su muy probable final…

Alvaro Támara Higuera


Facebook: Alvaro Támara Higuera
Twitter: @aethcolombia
Pinterest: Kikeliberal
Instagram: Kikeliberal

Post a Comment: