viernes, 29 de noviembre de 2019


Esta columna de opinión, se debía escribir la semana pasada, pero el día, viernes, ocurrieron los hechos de grave perturbación del orden público en Bogotá, y la verdad, no pude concentrarme para tranquilamente, sentarme a escribirla. La, quería escribir, antes de la celebración, de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales uruguayas, y seguramente tenía pensado otros argumentos pero en líneas generales, después de una semana, no cambian mucho, lo que se, es que la victoria de la centroderecha es un hecho en Uruguay después de quince años de gobiernos de izquierda con resultados que a mi juicio fueron positivos para este país caracterizado por su estabilidad política y alto nivel de vida, si se compara con la mayoría de países de la región.

Conocido, que gano la centroderecha, liderada, por el tradicional, Partido Nacional, es este hecho, la primera característica que separa a Uruguay a Colombia. Allí, a pesar de quince años de gobiernos de izquierda y sus múltiples logros en materia social, la alternancia fue tranquila, el Frente Amplio, acepto la derrota, y no sucumbió a esa mala costumbre de no aceptar el veredicto de las urnas, del mismo pueblo uruguayo, que, a diferencia de Bolivia, demostró, que la voluntad popular, no es solo cuando me conviene, sino también en la derrota. Ya sea por respeto al oponente, o por simple educación, uno debe aceptar la derrota cuando es limpia, observada y avalada por organismos internacionales, en esto la izquierda latinoamericana, es de una inmadurez en aceptar que la derrota, cuando es limpia, se acepta y como dicen por ahí, además por aquello, que debe existir rotación de élites, que diferencia, la izquierda uruguaya, con la colombiana, liderada por el Sr. Petro, que le cuesta tanto, aceptar, la derrota en las urnas en octubre pasado sino que en medio de su egocentrismo prefiere mostrar una inestabilidad política violenta más que aceptar, la derrota con altura y dignidad aceptando que nadie es imprescindible sino que lo importante es el proceso político más que el liderazgo, por más mesiánico, que sea…

Hace mucho, alguien, me pregunto, ¿Por qué no tenemos un Mujica?, aquí en Colombia, este expresidente uruguayo, austero y bonachón, muy apreciado, no solo por la izquierda latinoamericana sino por otros sectores políticos muy diferentes. Frente, a esa pregunta, me habría gustado responder extasiado, que por supuesto, que sería maravilloso, para Colombia, pero debí responder, con sinceridad y decir, que, en Colombia, es muy difícil, tener un Mujica de presidente, conociendo que la sociedad uruguaya es muy diferente que la colombiana, pero lo más importante, se debe a que Uruguay, es según, Transparencia Internacional, el país de la región menos corrupto. En Uruguay, es un gran escándalo, un caso de corrupción, algo normal en Colombia, lo que es un escándalo en Uruguay, en Colombia, cometemos el error de convivir con la corrupción. En Uruguay, la corrupción, ocurre, pero es una rareza, en cambio en Colombia, es toda una cultura, que algunos destacan como algo bueno, como si robar fuera algo positivo. En Uruguay, las coimas, son poco frecuentes, aquí son una constante, por eso, que tengamos un Mujica, es difícil en un país, tan corrupto como Colombia, creo yo…

Son tan grandes las diferencias entre la izquierda uruguaya y la colombiana, la primera, es tan civilizada, tan moderna, tan llena de compromiso con su país, la de aquí, todo lo contrario, es incivilizada, dogmática, poco moderna y hasta mesiánica con sus líderes. Como, me gustaría, ser un ferviente militante de izquierda, pero en Colombia es imposible, porque prefiero estar en una centroizquierda que inclusive apoya sectores moderados, porque el sisma, que tengo con la izquierda de mi país, es grande y son dos hechos que son fundamentales, y por eso, considero, a la izquierda de Colombia, completamente, incivilizada, quizás por culpa de una guerra que duro más de cincuenta años y donde ciertos sectores de derecha, también, lo son. Por culpa de una guerra que duro tanto tiempo, Colombia tiene un atraso ideológico, de mucho tiempo, donde refiriéndome a la izquierda de mi país, tengo dos hechos que me separan. Primero, que piensen, que la democracia, es un invento burgués para dominarlos y no ese sistema político, donde el pueblo elige por medio de su voto y es el soberano. Segundo, que piensen, que el socialismo, un modelo económico, completamente fracasado, todavía funciona. Como dije, alguna vez, el mundo, en su gran mayoría ya acepto, que el socialismo fracaso y somos en Latinoamérica, los únicos tontos, que pensamos que todavía funciona, esto lo atribuyo a dos factores, en Colombia, a un escenario de guerra fría, que duro hasta después de la caída del Muro de Berlín, y en la región, a la influencia negativa, de la dictadura cubana, creo yo. Ojalá, la izquierda, de mi país se actualizara, como en todas partes seguramente debe tener gente buena, pero sería chévere, para tenerla quizás como una opción política, que descarto por ahora, salvo que ocurra un hecho extraordinario, que, en plata blanca, sería que existiera la posibilidad de la llegada de una opción, de extrema derecha, solo en ese escenario, lo consideraría por ahora, persiste, el cisma que nos separa…

Precisamente, en medio, de la inestabilidad política latinoamericana, con revueltas frecuentes en varios países, curiosamente, el único país, que se mantiene al margen, es Uruguay y no es para menos, en esos quince años, de gobiernos de izquierda, parece que el único país de la región, que hizo, las cosas bien, fue este pequeño país latinoamericano. Con una importante reducción de la pobreza, avances en materia de derechos civiles, justicia social y una democracia plena. Uruguay, es un modelo de estabilidad política, digno de imitar, por supuesto hubiese querido la continuidad del Frente Amplio, pero los uruguayos, estaban un poco cansados del aumento en inseguridad, quizás el único lunar, del Frente Amplio, en sus quince años de exitosa gestión. En todo, caso, este país, de inmigrantes, de ancestros españoles e italianos, ese centro cultural y financiero, como es Montevideo, es bien llamado, Uruguay, la Suiza de Latinoamérica, es sin duda un modelo a seguir y un referente en una región, que pide a gritos un cambio de rumbo y una mejor gobernabilidad, me atrevo a decir, quizás, Uruguay, sea la respuesta…

Alvaro Támara Higuera


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